Deláture

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domingo, 20 de octubre de 2013

UN DOMINGO FAMILIAR



Un domingo familiar. Hace tiempo no almorzábamos todos en casa, mi padre, mi hermana, mi cuñado, mi sobrino, mi hermano y mi cuñada. Realizando este pasaje para el blog, me doy cuenta de es fácil ser juzgado por lo que se escribe y piensa. Digo fácil porque no es literatura, ni tampoco una columna de opinión donde te enfocas en un tema. Es un riesgo, así lo veo, expresar de manera abierta tus ideas. Es un extraño parecer el mío, lo sé. Por otro lado, hoy percibí la energía que tienen los niños. Mi sobrino con su idea de ser ninja, un ninja de dos años y medio podría pensarse inofensivo, pero no es así, es una representación muy peligrosa. Después de recibir unos golpes en la cara y hasta escupitajos, fue una experiencia de amenaza permanente. La cosa empezó algunos meses atrás, cuando los primos de mi sobrino le mostraron algún film de artes marciales, una película con esos sicarios que andan en trusa. Luego, apareció un remake de las tortugas ninjas, no sé cuál es el canal que presenta estos comics, pero por seguridad se deben bloquear. Sé, a lo sumo, que estos consejos no los ha tomado mi hermana. Pero yo, en compinchería con el disfraz que le compraron para las fiestas de Halloween, le hice dos estrellas ninjas en origami. Nunca me resultó más gratificante hacer algo en papiroflexia. Ni cuando hice un rosa para cortejar a una mujer. Ese par de estrellas me lo quitaron de encima. Creo haber dejado de recibir unas mil patadas y dos mil puños. Eso demuestra que en la guerra el arte es superior a las armas. Bueno, aunque en esa cabecita, las estrellas eran de verdad. Lo cierto es que se puso a lanzar sus estrellas y logre tener descanso. Aunque el lanzamiento de estrellas de papel de un niño de dos años, es más azaroso que el clima acá en el trópico, nunca se sabe que va a pasar. Al caer la noche, nos fuimos al centro comercial, como si caminar sin sentido entre la gente fuera una actividad regocijante. En fin, me encontré con Ricardo Arias allí. Hablamos de todo un poco. Luego lo dejamos en el terminal de transporte y volví a casa. Un almuerzo familiar. Lo mejor.

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