Deláture

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domingo, 3 de noviembre de 2013

Cumpleaños de Mi Tía



Vientos de antaño soplaban a través de las palmas. Girardot no es ya el pueblo en que pase mi infancia. El día fue largo, salimos a las 4:00 pm, al cumpleaños de mi tía Amparo. Celebramos en una casa del barrio la magdalena. Estaban todos. La brisa alzó alondras en todo corazón. Hace tiempo no bailaba. La música que le gustaba a mi madre sonó a intervalos. Salsipuedes, Carmen de Bolívar, Caprichito y otros temas de Lucho Bermúdez, unos boleros y recuerdo también algún tema de José Feliciano. Todos siguiendo el rio. Hubo hasta trencito. Los niños por todos lados, como sintonizando el caos. Gente que viene, gente que va. Los meseros surtiendo bebidas con suprema diligencia. Los niños querían desafiar a los padres saliendo a rodear la piscina. Los boleros brillaron como luciérnagas. Todos hablaban poniendo al día sus noticias. El espejo de agua de la piscina se erizó como piel de gallina con la briza. El hombre en todas las edades es un niño. Los mariachis llegaron con una tonada fuerte, que una vez terminada se tomaron tanto tiempo en conectar y ensamblar equipos que, pensamos se les había olvidado las canciones. El novio de mi prima Margarita cantó. El árbol de caucho majestuoso se mecía. En una sola mesa estaba todo el otoño del Magdalena. Una estrella fugaz despertó el ladrido de un perro. Sirvieron comida, lasaña, ensalada y arroz con nueces. La calma se asienta cuando los niños comen. Los meseros abandonan su devoción al servicio. Todos se levantan ayudar, traer, llevar, surtir. Los camareros acertaron en el momento justo para exhibir su ausencia. Luego, vuelvo a ser raptado para ser pareja de baile. Cuatro canciones más, y soy escolta por unos minutos, acompañando a tomar taxi. Más tarde camino con mi primo Fernando José a dejar a mi tío Gerardo en casa.  Me devuelvo a despedirme. Abordamos el carro nuevamente, mi hermano, su novia y mi padre. Al llegar a Ibagué parece hacer frío.

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