Deláture

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viernes, 1 de noviembre de 2013

B.



Hay noticias que te lastiman porque encuentras hostil la realidad que compartes. Pero hay noticias que hurgan en tu vida. Que te preguntas, ¿Qué pasó? Que fue de los días felices de amigos. Que fue de las historias de músicos foráneos. Esas que se narraban con la devoción de mostrar que se conocía de música, como si pudieras llevártela en tu bolsillo y escucharla con celo sin que el otro supiera de ese placer reservado a los dioses. Que se tenía un tesoro a la luz de todos, al alcance de cualquiera, pero esa música sólo tenía un amante celoso. Que fue del tiempo cuando la vida era hermosa. Cuando te ufanabas de saber más de esa música, tu música. Recoger recuerdos gratos y ver hoy una pena tan densa, tanta desdicha para una familia. Que pasó con pasar horas fluyendo bajo la energía yuxtapuesta de Floyd Council y Pink Anderson. Ahora, se recogen las hojas muertas con un rastrillo, las penas y los recuerdos también, entre la hojarasca seca, se pueden ver surcos de trinos y de aves en vuelo, se puede oler la primavera pasada. Un amigo en la cárcel, no me imagino un escenario peor. Recuerdo caminar en Bogotá, en las noches frías, cuando la ciudad giraba sobre sí misma, cuando clamábamos justicia por las bombas que ponían al azar, estruendos de la mafia en una convulsionada nación, cuando las niñas que dormían entre felpudos no daban ni para hablar, que sólo Paulina Porizkova divaga en el discurso. Hablamos del telón de acero y lo vimos caer en su último acto. Repaso que íbamos de casa en casa caminando atravesando Unicentro. Que escuchamos el grito de U2 desde Dublín. Que bastaba una radio o un televisor para cargar ideas y seguir hablando. Que salir a merendar comidas rápidas tenía el éter del cenáculo. Que el silbido de los vientos de cambio tenía sentido y el río Moscova desembocaba en el Magdalena. El futuro estaba en el aire y lo podías sentir en todos lados. Que te avisaban de las espinas en las rosas y estábamos locos por punzarnos. Que escuchábamos al DJ decir que el amor que fácil viene y fácil se va. Que como una premonición el grupo tenía su etiqueta: Poison, y sabíamos que beberíamos del brebaje. 

En la vida se toman caminos separados. Hace rato no sabía de la suerte de B. La aflicción de saber tal sombra me recuerda lo afortunado que soy. Espero que la condición de su proceso cambie. Si una frase puede hacer enfrentar con más valor ese tormento, entones: Fuerza viejo, ¡Fuerza!

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