Deláture

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sábado, 27 de febrero de 2016

PEQUEÑAS LUCES ENTRE LUCES FORENSES


“Ha sido durante mucho tiempo mi axioma, que
las pequeñas cosas son infinitamente lo más importante”.
Sir Arthur Conan Doyle.


Encontrar un pelo en la sopa es de mal gusto, pero de inmediato supone una deducción natural, una con la que construimos un árbol de posibles fuentes para el asqueroso pelo. Después de una tenue arqueada abdominal, o una ligera sonrisa -vaya uno a saber cómo responde el comensal- sigue, aparte de la queja, la observación. De manera instintiva nos fijamos si el mesero tiene cofia, o si logramos ver la cocina, donde podríamos establecer el origen del desagradable cabello. Pero es cuando describimos el pelo, cuando realizamos un primer ejercicio de piloscopia. Esa descripción que refuerza la posibilidad de encontrar al dueño del repugnante filamento. El color, el grosor, la forma, son características sustanciales, eso sin descartar que ya pasó por nuestra boca, pero dudo mucho que la particularidad del sabor sea una buena pista, y lo digo por la sopa, porque sin duda, si el rasgo fuera muy distintivo, sería realmente grotesco tener que saborear los pelos de todos en el restaurante. En fin, el estudio del pelo puede producir grandes ingresos si de champú se habla. Pero nuestro interés es la piloscopia, como parte de la medicina forense que se encarga del estudio del pelo. Una Técnica de Investigación que anudada al Método Científico, da validez orientativa y probatoria, a nuestras aseveraciones. Así es que  fundado en los resultados, si el pelo es más largo que un espagueti, puede ser de nuestro vecino jamaiquino y rastafari, pero si estamos en un establecimiento militar, podríamos decir que para ese largo pelo se reducen las posibilidades frente a sí lo encontramos en la sopa de un convento. Así pues, el pelo resulta ser tan interesante, y eso no solo para los calvos, sino para muchas ciencias. Su estudio nos señala que es una formación proteínica de queratina con estructura helicoidal, que surge de la piel, la epidermis. Al observar, hay un extremo que es libre y del otro hay un ensanchamiento donde se llega a la raíz, llamada también bulbo, que es donde el pelo se implanta en la dermis, y es de donde se puede extraer ADN. Aunque la ciencia forense, también puede lograr ADN mitocondrial, del extremo delgado y sin núcleo o medula, y en ambos casos facilitar encontrar  al personaje que nos quitó el apetito. Pero también, menos contundente que el ADN, una descripción de su cutícula, la corteza y la medula, podrían permitir en suma, con otras indagaciones, una orden sujeta a control de garantías para empezar una investigación. No obstante, cada caso en concreto haría relevantes variables como: el cuerpo del cual proceden, si el pelo es cortado, afeitado, arrancado o caído, la edad del que lo peinó con esmero, la raza, el sexo -claro está si existió o no relaciones sexuales, es más fácil con otro tipo de pruebas, pero aquí nos referimos al género-  si esta tinturado, si el individuo tiene una determinada profesión, traumatología del pelo, agentes tóxicos en el cuerpo del individuo, el grupo sanguíneo, si es un cabello sano o padece alguna enfermedad, trazas de elementos inorgánicos o de residuos de disparos, o ¡en la peor de las sopas¡ Si es de animal o si procede de un ser vivo o muerto. Pero encontrar el dichoso pelo en circunstancias menos mediáticas a la de la sopa puede resultar engorroso. Si, la evidencia traza, son los EMP (Elementos Materiales Probatorios) o EF (Evidencia Física) que por su cantidad, tamaño o naturaleza son imperceptibles a simple vista, es decir, el problema fue encontrar el pelo, porque si no lo tragamos sin darnos cuenta, es como un posible homicidio donde no hay cuerpo, es sólo la duda la que nos da malestar abdominal. De manera que los EMP pueden ser vidrios, sangre, pintura, residuos de pólvora, fragmentos de hueso, marcas de mordeduras, golpes, en fin, toda alteración de una realidad que nos dé información sobre lo que estamos buscando, como el pelo del que venimos hablando. Es aquí donde aparecen los medios tecnológicos y técnicos para su búsqueda, recolección e identificación. En este punto conviene hablar de Edmon Locard, francés y pionero en esto de hablar sin pelos en la lengua, cuando de criminalística se trata. Es famoso por enunciar el "Principio de intercambio de Locard", o de transferencia de materia, que establece el axioma que: entre dos objetos que entran en contacto entre sí, transfieren parte del material que incorporan al otro objeto en sí. Aquí, no se puede olvidar que el principio está funcionando también cuando se buscan los EMP, es por eso, que los guantes y trajes de Bioseguridad protegen al recolector y evitan contaminar el lugar de los hechos. En conclusión, si hay contacto hay evidencia. Pero el asunto es encontrarla, algo que implementa la conjugación de Técnicas de Manejo del Lugar de los Hechos, métodos de fijación, entre otros. Las fuentes de luz alternativas, facilitan encontrar EF. Son luces monocromáticas con anchos de banda determinados que mejoran el contraste, o permiten la fluorescencia para encontrar EF, evitando también posibles alteraciones que otras luces pueden causar como deteriorar el ADN, o provocar reacciones no deseadas. En la práctica se usan luz blanca, azul, verde, amarilla, naranja y roja, además su uso está apoyado con gafas o filtros para su implementación. Es así, como sumado a la paciente labor del criminalista en la búsqueda, se suma la de recolección, embalaje, rotulación, cadena de custodia y en fin, toda la hermenéutica propia orientada por principios de identidad, integridad, preservación, seguridad, almacenamiento, continuidad y registro. Como se puede uno imaginar, y ahora es fácil con CSI por TV, si la evidencia es biológica, puede derivar de un animal, vegetal o persona, con lo que entrarían en juego otras ciencias. Es así como las manchas también dan información no sólo por su esencia, sino por su forma, que nos hablan de velocidad, dirección, sentido. Todo esto posible de descifrar con las luces forenses. Y es así, como al llegar las luces, las cosas se diferencian. Como cuando llegaron al manco novelista, poeta y dramaturgo español, que con la luz de una tenue vela, hizo contrastar esa Mancha, esa donde un viejo hidalgo y su compañero libraron al mundo del miedo, la ignorancia y la injusticia. Como cualquier criminalista. Es así como espero ver el próximo pelo en la sopa.

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