Hay
verdades que sabemos de siempre, claro está, que por saberlas no quiera decir
que las apliquemos. “Tarde o temprano la disciplina vence a la inteligencia”.
Es un proverbio japonés, que se recalca en la más ligera y olvidada exposición
de motivación, emprendimiento o meme escurridizo en el Facebook. Que resulta
más fácil compartirlo o enmarcar en la pared, en lugar de usarlos. Es un tema
que produce más francés celebres y consejos, que el amor, el dinero, el
despecho, la biblia o Lady Gaga, pero es el móvil, o la motivación la que
señala Vaz como el secreto. Ese germen en el fuero interno del sujeto de lograr
ser trascendental, algo que llevará el reconocimiento de los otros, ese algo
que hará que otros consideren tu aporte como parte relevante o útil para la
humanidad. Bueno, no necesariamente un reconocimiento, aunque Lady Gaga refute
tal idea, sino también el despertar al llegar a donde otros no han llegado, por
el sólo placer de búsqueda, curiosidad o desafío. Aunque esto parece no demostrar que
el dinero no deja de ser protagónico en el asunto, o sino los premios nobel
serían anónimos, bueno, no todos piensan atracar en Estocolmo unos pesos, tal
vez desde un principio iban por el dinero, y pues, se encontraron con la
medalla.
En
fin, los motivos genuinos, pienso yo, son los que exhiben resultado. Si, si hay
claridad es por el faro, si hay un camino es por lo que se alumbra, y por eso
se eligen los imposibles. Por decirlo de otra manera, si queríamos llegar a la luna,
es porque queremos llegar a otros lugares del espacio. Pero, lo que Valz
señala, es que ese espíritu que llena los motivos de nuestras generaciones
latinoamericanas, está sugestionado por
una cultura, por una forma pasiva y de precaria ambición que no deja madurar
nuestra personalidad intelectual y científica.
Un fenómeno cíclico entre el grupo y el individuo que pertenece a él.
Como no creo yo, no cree el grupo, y como no cree el grupo no creo yo. Sería un
error afirmar que todas las variables antropológicas de toda índole están
estudiadas, porque caeríamos en el error de negar la posibilidad de seguir
buscando y curioseando, y de eso se trata el asunto, pero la idea no es
encontrar escusas para no hacerlo, sino encontrar mecanismos y acciones que
cambien esa manera de pensar, por una que, con hábitos, intelectualmente
correctos, proponga objetivos específicos, medibles, que aporten convicción a
lo que hacemos, tomando como fuente puntos que no se relacionen con la práctica
utilitaria de nuestra profesión. Ese es el consejo que se debe aplicar, para
obtener medios más propicios para continuar con los desafíos siguientes. Otro
consejo, es que hacer muchas cosas al mismo tiempo, nos aleja del objetivo, o evitar
hacer muchas cosas simultáneamente es acercarnos al mismo.
Sólo
me surgen, algunas tribulaciones como: ¿Son muchos los que tomaron el camino
equivocado? no precisamente por una elección obstinada, como la que pudiese
estar detrás de un Ig nobel, la parodia de premios que celebran lo inusual, lo
imaginativo, para estimular un interés por la ciencia, la medicina, y la
tecnología, que son abordados por premios nobel auténticos, no, sino por
aquellos que en una búsqueda legítima tomaron un camino tan largo en el que no
llegaron a ver resultado alguno, o ese camino no llevaba a ninguna parte.
Porque es ahí donde están el verdadero logro. En esos senderos ciegos que adoquinan las Universidades, con señales o
prevenciones para que usted no se meta por ahí, o por lo menos se haga una idea
de lo que pasa. Pero estos aportes no tienen ningún reconocimiento, más que el
académico. Son estos ignotos héroes que dijeron: -Por aquí, NO!- los que
debemos recordar, porque también aportaron.
Para finalizar, tengo
estas otras preguntas: ¿Será que todos los que estudiaron afuera vienen a ser
distinguidísimos doctores? o después de haber perdido su sentido de pertenencia
¿vienen a ver que se llevan, a gobernar sin servicio, de vacaciones, a pagar el préstamo del
ICETEX, o todas las anteriores? ¿Por qué no ganamos un premio Ig Nobel, cuando
fueron adjudicados en 1991? el mismo año de la constitución Colombiana, cosa
que me hace sospechar, que tan magno evento, deje pasar por alto el reconocimiento
a tan maravilloso texto, que despliega esa fórmula de “primero hacen reír a la
gente, y luego le hacen pensar”.
Este aparte es sólo para quién caiga en este blog, lo que acaba de leer es producto de la lectura del texto de Carlos Vaz Ferreira, de su libro: MORAL PARA INTELECTUALES, y es tan sólo, el resultado de unas pocas paginas, y el texto tiene más de una centuria y a veces parece que nadie lo leyó. El libro se puede leer en (dejo lo URL, por si se necesita):
http://www.uruguayeduca.edu.uy/Userfiles/P0001/File/012%20CVF%20-%20Moral%20para%20intelectuales.pdf
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