Ayer, en un rinconcito
de Ibagué, encontré una pequeña mesa, libros que leer y dos plantas con flores
por compañía. Leerlo así parece una fotografía de revista de decoración de
interiores. Pero es la verdad. Los libros todos de segunda o tercera mano. La
mesa roja. Las plantas tropicales. Considero que el sitio me invita a leer
allí, con una tasa de café y un texto como el que compré. Una edición desgasta
y vetusta del Libro Negro. Encontrarse por ahí con Gog, el universal filósofo, Giovanni
Papini, es una brisa suave en un agradable paseo. El libro, como el propio
Papini lo señala: “las hojas del nuevo diario corresponden casi todas a una de
las edades más negras de la historia humana”.
La morbosa avidez intelectual de Gog, nos lleva a ideas que manejaron en
su tiempo la masa y gente interesada. Según el propio Papini, se podrá conocer
a Molotov, o el pensamiento de Hitler, Dalí, Marconi, Valery, Huxley y Lin
Yutang. Promete además, noticias hasta ahora ignoradas de Goethe, Blake,
Stendal, Kierkegaard, Unamuno, Leopardi y Whitman. Prediciendo también, que el
libro es el acontecimiento literario más singular de ese tiempo. Sería
agradable, en la mesa roja, con los libros al alcance, poder descifrar como
Gog, las proféticas acciones de un tiempo enfermo y desesperado como el que
presenciamos. Disfrutar de una nueva cosecha, producto del adoctrinamiento
saludable de la opinión, como lo hizo Papini. Hombre contradictorio, lector
hedonista y de un pragmatismo mágico. Papini fue tocado por otros, que con sus textos
tocó a Borges. Esa es la verdadera historia de la literatura. En un opinión muy
personal.
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