Vote por el Sí
Vote por el Sí, estoy desconcertado por lo que Colombia manifestó, pero acepto la respuesta del No.
Citando a Gabo: “La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia”, pero digo yo: aunque somos con nuestras contradicciones, espero que el reconocimiento internacional opine que No hay síntomas de esquizofrenia, y no lo digo por Pepe Mujica, espero que vean que hay un gobierno, uno que le importa lo que la gente piensa, uno que trata de crear un consenso y no una ilusión innecesaria. Creo que hay una autentico esfuerzo por ponernos de acuerdo en ¡cómo será nuestra relación con las FARC! Estamos realizando un esfuerzo por interpretar nuestra propia realidad con nuestros propios esfuerzos por nuestro propio beneficio.
Creo en la paz y creo que las personas que se definieron por el No también desean lo mismo, PAZ. Creo que Colombia ganó, porque siento que debemos escuchar que tienen por decir los del No, y no porque no lo hayan dicho, sino porque no hay que olvidar que hemos llegado hasta aquí con la figura de un acuerdo, la idea de que ambos ceden. Creo que se puede cuestionar la democracia, pero no tengo duda que las relaciones de poder en Colombia se han dado iguales, y nuestra relación con las FARC está cambiando. Pero es injusto con el país dilatar el proceso, espero que la oposición se pronuncie con prontitud y participe del Pacto Nacional, que sería para mí el señalado en el acuerdo, aunque claro está no estén de acuerdo.
Ahora que estamos en esta bipolaridad política, me preocupan varias cosas.
Que la pantomima política que se ha venido desencadenando pueda ser la creación de un teatro fértil para seguir brindando curules, posiciones políticas o poder con el solo propósito de poder, y no una propuesta genuina y de fondo para ser un país mejor.
Pongo en tela de juicio el liderazgo del gobierno. Que sea tan débil frente a la nación para lograr darle seguridad jurídica a un acuerdo, y que la maquinaria política de los últimos gobiernos sea fuerte para reelegirse, como cuando ayudó a reelegir a Uribe o reelegirse él. Pero sin duda felicito su sólida posición por continuar con un proceso de Paz y que se la juegue toda, ¡GRACIAS¡ Me preocupa que los diálogos de la Habana se extiendan en un desgaste sin sentido, sabiendo que el acuerdo continua y el riego de una sombra de incertidumbre vuelva y llegue.
Me generan dudas cuando en la ejecución del ejercicio político se crean fraccionamientos ideológicos con el solo fin de abusar para sostener un dominio de opinión. Que se “debe estar” con alguna posición. Como si la discusión de si hay existencia o no de la ideología de género, o que se den divisiones que desenfocan la propuesta, y por tomar parte se esté rotulando alguna posición. Como si el beneficio de la Paz no nos llegara a todos, como si existieran los que van a la guerra o no, o los que están en el campo o en la ciudad, como si alguien tuviera una posición mejor para decir que tiene la razón, porque frente a mi, muchos la tienen y habrán sufrido más, pero si hay consideración frente al otro hay posibilidad de consenso, y ese otro es quien me acompaña desde la legalidad a invitarme a hablar con los que no lo están. La consideración con el otro cohesiona nuestra propuesta para establecer la nueva relación que queremos. Porque para definir nuestra relación con las FARC pusimos un presidente y unos líderes, que desde la autonomía de su mandato y su programa de gobierno quieren una relación que no sea tan aciaga como la guerra, o mejor aún, liderar un camino más fructífero para todos. Pero debemos ser perspicaces con los que estén jugando con populismo. Tengo la esperanza de que exista la habilidad de nuestros líderes de llegar a una estrategia que logre integrarlos a todos en directrices para un mejor país.
También me crean dudas las declaraciones de Rodrigo Londoño, señalando a otros de sembrar odio y rencor, como si no hubiera entrado a la civilidad o firmado un acuerdo de Paz. Comenzar sus declaraciones después del plebiscito hablando de las FARC o del Ejército del pueblo, sin anteceder que habla por un movimiento político, aunque lo desarrolló con posterioridad, exhibe una voz beligerante con un pueblo que debate su relación con ellos. En mi opinión debió empezar hacer política, porque ya no está hablando desde la ilegalidad, ya que el acuerdo continúa, debe ser político y no generar discrepancia, aunque es clara su manifestación de continuar con el acuerdo de Paz, se debe empezar a sentir esa Paz en la locución, con formalidad de paz. Puede hacer todas las arengas que desee, pero sobre el recae la imagen y voz de un nuevo movimiento político que debe mostrar coherencia frente a otro colectivo que está en su propia controversia para establecer un trato diferente. Debe ser consecuente con un respeto espiritual, de actitud, de fondo, una expresión sanadora, como la que han hecho con otras víctimas estos días. Una oratoria donde muestre comprensión por una nación, donde haga alarde de su cambio social y político, desde su creencia en la no violencia, de su estatus y nueva relación, que de ofensor con unos ha sido perdonado por estos y otros, y dejar en su discurso unas relaciones menos afectadas. Deben seguir trabajando por expresar su cambio, que tomaron la alternativa de respetar el ordenamiento jurídico, que le apuestan a esa opción, que valoran la obtención de sus logros desde el respeto, que deben trabajar desde la república, desde el imperio de la ley, donde la democracia les dará opciones, donde el poder de los gobernantes no es eterno, ni indestructible, sino que depende del consentimiento de la población. Por ejemplo, su bandera contiene dos AK-47 o fusiles, eso para mí no ayuda, les respeto esa simbología, tal vez en su ideario sea el un resultado histórico al interior del grupo, pero con quien quienes se quiere establecer una nueva relación, ven violencia, también reconozco su esfuerzo por poner el logo del corazón y las manos, pero tienen mucho por mostrar, lo que es un arquetipo para la sociedad se construye con mucho esfuerzo, los símbolos debe expresar su transformación. Es toda la sociedad la que da su anuencia a una realidad social justa o injusta, y creo que el proceso ha logrado que pensemos en nuestro consentimiento como nación, porque tienen el reto de cambiar ese sustrato acuñado en la memoria de los colombianos, deben interpretar que el impulso colectivo de su imagen es muy pesado y sombrío, que el consentimiento de una nación se elabora y teje con mucha dificultad, que las transformación depende de la interiorización del sistema de valores dominante en los colombianos, y los símbolos y palabras deben ser cuidadosos para generar la confianza de una nueva relación.
Tengo dudas de la exigencia de pormenores jurídicos, como si en seis años no se hubieran abordado. Es comprensible que algunos colombianos reclamen en medir con la misma vara, pero la propuesta es lograrlo por la complejidad que esto aborda, porque están los marcos de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario en el acuerdo, pero querer medir con la misma vara es un propuesta estática, es muy complejo el conflicto al que hemos llegado, se necesita de una dinámica, una que nos recuerde que los estragos de la vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la identidad propia de nuestra nación es tan ardua y sangrienta, que merece atención lo que hemos logrado. El proceso del acuerdo, el acuerdo y el plebiscito, son un proceso, que creo que se encausará en un dialogo generalizado que nos hará más sensibles y sabios. Nos pone a pensar sobre las emociones de las demás personas y de mejorar el juicio de cómo asimilar nuestra relación con las FARC. Tengo la confianza de que se dio un paso sanador, con corazón, y habrá lugar para todo el mundo. Aunque en este párrafo sea demasiado emocional creo que la determinación y nobleza del objetivo de la PAZ nos hará ver el sendero. Pero, ojalá no sean seis años más.
Me dejan dudas la seriedad de las empresas que realizan estadísticas en el país. Hoy se mostraron como mercenarios al mejor postor. Tenía muchas veces dudas, pero hoy se despejaron. Ya saldrán a buscar credibilidad, que sin duda la tienen, cuando de análisis de mercado y decisiones estratégicas revelan, porque sé que si funcionan, pero aquí casi que vaticinaban un resultado, y salió otro, nunca las vi tan arrodilladas, creo les ganaron a los medios de comunicación. Sé que existe la probabilidad, porque existe la posibilidad de riesgo, ojalá no se tomen decisiones en el proceso de reconciliación de esta manera. Sé que es necesario el patrocinio, pero la ética de ciertos sectores señala que se manipula todo, al extremo que caemos en una percepción tan relativa de la realidad, que sí parece una esquizofrenia política.
Tengo miedo de que no salgamos de bipolaridad Guerra Paz. Que se me parece a Santos Uribe. Un juego donde ellos siempre ganan. No hay extremos, hay tendencias, gamas, rangos, niveles, escalas, y espero: Que este proceso nos lleve a una tendencia de reconciliación y no sólo frente a las FARC, sino entre nosotros, para poder construir la PAZ, que es un proceso que debe continuar. Que la frecuencia de radiación electromagnética perceptible por unos, pueda iluminar el corazón de otros. Que el rango de mortalidad e incapacidad por la guerra descienda, como sube el de morbilidad entre el secretariado. Que los niveles de violencia muestren que estamos mejorando, con la esperanza que las cuentas sean llevadas con más ética que las de las campañas políticas. Que al tropezar con una escala no sigamos rodando en la caída en espiral de unas infinitas escaleras donde no podamos detenernos para sanar.
Me preocupa la pasividad latente. Quienes no votaron. Los analistas lo suman a un parte, al No, pero sabiendo que somos una cultura de abstencionismo, es relevante analizar que la mayoría que podía hacer uso del voto, no lo hizo. Eso deja un margen de volatilidad de decisión muy alto, nos muestra inseguros. La mayoría que no votó nos hace ver que seguimos vacilantes frente a nuestros problemas, que producimos esa pasividad, que consiste en no enfrentar nuestras dificultades como Nación. Que esa abstención, tal vez escéptica de la democracia, o el sistema, o que ignora lo que pasa, o le da igual, o creyendo que nunca se genera cambio, no gusta de ejercer su derecho de elección, no se manifiesta, sigue indiferente frente a los mecanismos de participación ciudadana. Esa parte de la sociedad dudosa, muestra que no fueron capaces de movilizarlos los lideres actuales, la ideas actuales, el acuerdo mismo, los políticos o las ideas políticas, esa que tal vez se crea el cuento de que no vale la pena, o en el mejor de los casos, incrédula e insegura de ambas partes no toman decisión, porque su omisión es decisión, pero respetando su elección, la pasividad nos deja a la deriva, no porque no haya un sistema y un líder nombrado que deberá conjurar un rumbo, sino donde cualquiera sea el panorama por visualizar y/o lugar por a aproximarse, se deja al capitán del barco con ambos lados remando en sentido opuesto, el barco girando y girando, y todos con ganas de atracar a un nuevo puerto, de mejorar las condiciones del barco, pero los pasivos que aunque no reman, son muy útiles en sus tareas, pareciera que ir a la deriva de un bando y otro está bien, como si fuera naufragar el destino, o están tan distraídos, ocupados, e indecisos que lo dejan todo en manos de otros que creen en el sistema, la república, la democracia. ¿Se marginan? ¿O los marginamos? La apatía crea tanta incertidumbre que asusta.
Me inquieta pensar que ahora podamos pasar a una asamblea nacional constituyente. Cualquiera sea el rumbo tomado deberemos todos asumir la consecuencias. Abrir esta alternativa me crea dudas, porque eso lo pudieron prever, porque ese cálculo político tuvo que haber pasado en seis años.
Ahora me replanteo cosas como: ¿Si el gobierno aceptó el acuerdo especial, por ser una norma humanitaria, como figura propia del Derecho Internacional Humanitario, para su incorporación a través del Bloque de Constitucionalidad, existirá alguna inseguridad jurídica para continuar? ¿Si no tiene el respaldo lo acordado, y como lo señalan los representantes de los acuerdos, nada está acordado hasta que esté todo acordado, donde queda lo acordado? ¿Lo acordado sin respaldo es acuerdo valido?, Y sin irrespetar a los del No, ¿si el acuerdo es ya una decisión del gobierno bajo el ordenamiento jurídico, se le puede ignorar, o hasta dónde?
Nuestros líderes orientan el rumbo de nuestra nación al elegirlos. Les damos una voz de poder, o nos persuaden de otra si no ostentan poder, a ellos les damos una voz enérgica de opinión. Elegidos o en la discusión, ambas son manifestaciones de poder. Pero el poder que se necesita es el de generar PAZ. Este reto demanda construirla, y mantenerla cuando la consigamos. Sólo cada uno de nosotros podrá cambiar un fragmento de los sucesos que hacen una transformación de Paz, la sumatoria de estos episodios será el relato que entreguemos a una nueva generación, que ceñidos en las normas y en un ideal de país, lograremos entregar. Pasar la antorcha de un país mejor.